lunes, diciembre 04, 2006

A MIS 34...


A mis 34 he sentido en mis puños la fragilidad del que pierde, en otras ocasiones, mi rostro ha padecido esa cruel realidad.
El temor por la edad cada noviembre me confunde. Al principio, le temía a la lentitud de los hechos y me adelanté tan aprisa, que no supe darme cuenta que adelantarme no era lo que quería, lo que quería era vivir…
Hoy la incertidumbre no me hace mella, siento que he visto lo suficiente como para no querer saltarme más peldaños sin haber probado los que me tocan.
He roto mil ilusiones, sobre todo las que no me han pertenecido.
No fui capaz de alzar la muerte con mis manos por temor a que fuera cierta.
Renuncié a mi padre sin que el lo supiera y cuando quise volver, el me estaba esperando.
De la pasión por el deporte y medallista a adicto a las drogas, de drogadicto a catequista, de catequista nuevamente a volverme adicto, aunque en aquel entonces a mentir despiadadamente. De rebelde a rebelde, y aqui, sin boleto para retornar . De soñador a mendigo y paulatinamente me convertí en lo que soy. Hoy al único que engaño es al engaño cada vez que le miento al decirle que tendrá otra oportunidad…
Algunos nombres se me escapan de la memoria, pero aún soy capaz de reconocer el aroma que arropaban sus pieles. He sido fugitivo de mi mismo y siempre me he hallado in fraganti frente al espejo consecuente y delator.
Me he alejado sin decirlo y cuando regreso, lo único que he podido decir es lo que cuentan mis ojos. Vivo al extremo, aunque me aburre cuando se hace rutina.
Nunca he podido callar cuando mis vísceras se adueñan de mis cuerdas vocales.
Soy incapaz de saludar por compromiso, mucho menos por cortesía, no me gusta que me vean como no soy. He sido líder de mi mismo desde que me harté de perseguir.
Caminé tanto que decidí comprarme un carro, conduje tanto que preferí quedarme dormido y dormí tanto que hoy me preocupa que llegue el día que me quede sin mi insomnio y perderme las noches sedientas de mi pluma.

Me complace saber que algunos episodios de mi vida, solo han sido eso. Me distraigo con facilidad, sobretodo cuando estoy distraído.
Confío en mí, aunque a veces me convierto en mi peor zancadilla. Creo en la verdad pero nunca en quién jura no haber mentido.
No soporto el perfume barato.
No le temo a la soledad, quizás, porque nunca lo he estado del todo.
Se de donde vengo y me gusta creer saber hacia donde voy, aunque a veces me distraiga por el presente. Hago apuestas conmigo mismo y a menudo se convierten en obsesión. No tengo grises, solo los dientes, producto del cigarrillo y no por sonreír cuando no me apetece.
Mi peor enemigo, siempre se me olvida cuál fue.
He sido cruel cuando no queda más remedio que decir la verdad.
Me aburro muy fácil de los aburridos, también del presumido, pero aún más del que se queja sin haberme pedido permiso para hacerlo.
Admiro al anciano dispuesto a aprender, de igual modo, al que no se cansa de contar lo que muchos ya ni quieren oír. Soy un híbrido de poesía y sarcasmo infectado de verdades.
No entiendo para que hablar cuando ya no hay nada que decir.
Me he cansado de estar cansado y por eso he vuelto a empezar. Desconfío de los que adulan y respeto al que se mantiene al margen de lo que no le pertenece.
No me ando con rodeos a la hora de fantasear y cada vez que despierto, me doy cuenta que prefiero quedarme por estos lados de la realidad, esperando a que corran los años para los mortales, mientras yo sigo haciendo lo mío, con los que nunca mueren. Escribiéndolos…

sábado, diciembre 02, 2006

¿POR QUÉ ESCRIBO?


Mi deseo por escribir, a menudo se ve opacado por culpa de la ilusión que me hace aprender a hacerlo. Sin embargo no sabría explicar, si lo más sensato es excusarme con tratar de hallar la técnica apropiada o es otra de las innumerables razones que me invento para seguir escribiendo.
No me conviene citar causas o motivos, no quisiera mentir, ya que ninguna por si sola responde a este logaritmo indescifrable.
Para quien se haga la pregunta de que siento cuando escribo ,no tengo una respuesta lógica, quizas porque nunca me lo había pregunatdo hasta ahora, aunque podría intentarlo, aún sabiendo que corro el riesgo de pecar de injusto al decirlo con una sola idea...
¨El perfume a vida que emana la tinta, una hoja en blanco y una historia por comenzar¨, sugiere alguna pista?

Estoy convencido que la ficción no se inventa, se padece. Por eso la aventura de escribir, siempre me hará caminar en círculos desde el mismo punto de partida, para dejar que los verdaderos protagonistas me rebazen y busquen explicaciones de su existencia desde que cobran vida, efectivamente, tal y como se lee, ¨vida¨, una tan real como la que se les escaparía de no ser por la pluma ansiosa de dársela.
Ahora que me pregunto de por qué escribo, me siento más lejos de una respuesta puntual, aunque entiendo con mayor claridad que cambiar al mundo no es una de mis razones, pensar que puedo lograrlo, no es sino una ilusión adolescente que se ha marchitado a medida que envejecen mis noviembres, a pesar de eso, escribir siempre será mi primavera, mi aspirina, mi pasaporte listo para salir de aqui.
Como escritor no debo pretender que me escuchen, yo tengo muy poco que decir, aunque no podría decir lo mismo de mis personajes que en mis páginas, alzan la voz para decirle a quien los lee, lo que interpreta.
Me gusta pensar que cuando escribo doy vida a quienes ni el tiempo podría quitársela, ni siquiera a aquellos a los que yo decida que han de morir.

Resumiendo, escribo porque si, y una sola razón no me basta, sufro de esa extraña enfermedad de querer decir lo que pienso que otros les gustaría escuchar, empezando por mí, y si he de escoger entre la carne y los huesos que me circundan a diario o seguir escribiendo y darle vida a la nada, me quedo con la segunda, eso si, no sin antes exhortar a las partes para que lleguen a un acuerdo de convivencia entre mortales y los que nunca lo harán, ¨mis personajes¨...